Nos encontramos hoy 25 de noviembre, en otra conmemoración del Día internacional para la eliminación de la violencia hacia las mujeres, a un año de la potente irrupción del Colectivo LasTesis, que interpelaba a la policía chilena como ejecutores de violencia institucional hacia las mujeres, en el y mundialmente conocido estribillo de “El violador eres tú”, que dio la vuelta al mundo. Hoy, un año después, con pandemia mediante, plebiscito y reestructuración profunda de nuestro vivir cotidiano, seguimos observando las distintas formas que toma la violencia sexista.
Durante años el enfoque en violencia hacia las mujeres se limitaba exclusivamente al plano íntimo y doméstico, es decir, ejercida por la pareja hombre o el padre, hermano u otro cercano, siempre en el ámbito de lo familiar. Este concepto conservador, que se impuso en los 90s, invisibilizó todo el aparataje en el que subyacen y se perpetúan las formas violentas de relacionarse entre géneros, despolitizando y reduciendo la discriminación de género a algo instalado solo en el ámbito privado. Pero la violencia estructural, que está instalada en la sociedad como reproductora de éstas y por ende, muy bien acoplada con nuestras cabezas, como modelos de percepción y de mirada a futuro, sigue aumentando y se sigue naturalizando, es así que la vemos en varios ámbitos de la sociedad:
Es violento el sexismo en la educación, en la publicidad y en los mensajes que transmiten los medios, perpetuando roles que promueven la subordinación de las mujeres en la sociedad, como sucedió en el año 2019, cuando fue expuesta públicamente en los medios la ficha psicológica de la joven Fernanda Maciel, víctima de femicidio, en la que decía que ella era “de relaciones afectivas inestables, incapacidad para superar la pérdida de figura paterna, consumo problemático de alcohol y drogas”. Asimismo, en 2018, Nabila Rifo, a quien su conviviente le arrancó los ojos, fue expuesta sin su consentimiento, en un programa matinal, que expuso su informe ginecológico y exhibió en pantalla un vergonzante interrogatorio donde preguntaban detalles íntimos de su vida sexual.
Es violento que se prohíba y criminalice el aborto, práctica de alta frecuencia entre las mujeres desde hace siglos y que se intenta esconder tras un velo hipócrita de moralidad y de maternidades virtuosas, como es la actual ley de aborto en tres causales que solo cubre un 3% de las demandas efectivas, siendo la causal “Violación” la que menos casos ha admitido. Según la organización MILES, 167 mujeres vivieron una gestación que se encontraba dentro de la primera causal “riesgo de vida de la mujer”. Diez de esos casos fueron atendidos en centros de salud privada y 157 en centros públicos. Un 82,9%, correspondientes a 135 mujeres, decidieron ponerle fin al embarazo. Respecto de la causal “inviabilidad del feto”, hubo 270 casos, 41 en establecimientos de salud privados y 229 en públicos. El 79% correspondientes a 214 mujeres decidieron interrumpir la gestación. La tercera causal “violación”, con sólo 75 casos, todos atendidos en centros de salud pública, el 92%, correspondientes a 69 mujeres decidieron no continuarlo. Es violento, además, que esas cifran demuestren que las mujeres no denuncian ni solicitan ayuda al Estado en caso de abuso.
Es violento que la salud pública medique solo los cuerpos de las mujeres para abordar la anticoncepción y no se intervenga el cuerpo masculino. En los últimos 5 años, solo 8000 vasectomías se han realizado en todo Chile, mientras que a las mujeres se nos medica y se nos opera a destajo, masivamente, todos los días.
Es violento que las mujeres en estado de embarazo y puerperio no tengan todas las garantías de cuidado para hacer de este proceso algo colectivo y de responsabilidad compartida. En junio de 2020 se realizó la ordenanza N° 2388[1] para que las mujeres afectadas de Covid19 puedan asistir con el padre de sus hijos a la sala de parto, sin embargo, según fuentes recopiladas por el Observatorio de Violencia Obstétrica, esto en más del 85% de las atenciones de parto, no se ha cumplido en los servicios de salud.
Es violento que estén invisibilizados y silenciados procesos normales de la mujer como la menopausia, pero en Chile solo un 2% de las mujeres tiene un tratamiento adecuado[2].
Es violento que una mujer gane mucho menos salario que un hombre[3] y además se le castigue en el ya injusto sistema previsional chileno, donde durante los últimos 40 años, las mujeres podían pagar hasta 149% más que los hombres. Esto se modificó recién en abril del 2020, fecha en que eliminaron la tabla de factores de riesgo que perjudicaba enormemente a las mujeres y sus familias.
Es violento que una mujer en situación de violencia doméstica, tenga que peregrinar por los servicios estatales, muchas veces sin resultados positivos para ella y acrecentando el riesgo, sin embargo, el Ministerio Público informó que el 53% de las causas de Violencia Intra familiar del 2019, fueron archivadas[4].
Es violento que en las zonas de sacrificio sean las mujeres quienes más se vean perjudicadas, las que más han dado la lucha y las que menos se visibilizan en los conflictos. Solo en la zona de Quintero Puchuncaví , el año 2018, fueron intoxicados mas de 2000 niños/as y ancianos/as, quienes estaban todxs al cuidado exclusivamente de mujeres.
Es violento que la participación pública en política de las mujeres sea tan baja “En el ámbito político, las mujeres logran superar el 30% en el Poder Ejecutivo central (33%) e instituciones públicas autónomas (35%), así como en el poder judicial (33%) y los mayores cargos en los partidos políticos (32%). Los mayores rezagos se observan en los cargos de seguridad y defensa con un 1% de mujeres (sumando las fuerzas armadas, carabineros, aviación y navales), así como en el poder legislativo (23%), incluso con el aumento producto de la aplicación de la ley de cuotas”[5] y que así y todo, además se les discrimine en estos ámbitos, tratando de enlodar candidaturas de mujeres con campañas de desprestigio de corte sexista, como por ejemplo, sacar a colación aspectos de su vida íntima o personal.
Es violento que las mujeres hagan las labores de cuidado a niños y niñas, a personas enfermas o adultos mayores “ “porque les corresponde”, porque es “amor” y no trabajo no pagado. En el año 2020, se calculó en $44 billones al año el valor económico del trabajo doméstico y de cuidado que no es remunerado en Chile. Un 67% de este valor es aportado por mujeres. De este “PIB Ampliado” el Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado equivale al 21,8%, transformándose en la actividad económica más importante de Chile, superando con creces al aporte de la minería (6,7%), el comercio (8,8%), la industria (9,1%) y los servicios financieros y empresariales (11,8%)[6].
Es violento que las mujeres racializadas, mapuches, aymaras, de pueblos originarios, afrodescendientes, sean tratadas como ciudadanas de segunda clase.
Es violenta la impunidad de los asesinos de Joan Forvil (haitiana, muerta en una comisaría), Nicole Saavedra (atacada por lesbiana), Anna Cook (lesbiana), Antonia Barra (suicidio femicida tras violación) y tantos otros en solo estos últimos años.
Es violento que el término FEMINISMO, siga siendo ridiculizado, denostado, interpretado de manera acomodaticia, que sea visto como incitación a la violencia cuando lo que busca es precisamente lo contrario.
Es violento que las mujeres sigamos separándonos, increpándonos violentamente, debilitándonos como mujeres, entrando en la pelea chica, en el enemigo interno que seríamos nosotras mismas, mientras la otra alianza, esa de “Patriarcado - capitalismo - colonialismo” goce de tan buena salud, se fortalezca y continúe levantando sus pesados y autorreferentes monumentos sobre las espaldas de aquellas mujeres que esta alianza patriarcal esconde bajo la alfombra, y que son justamente, quienes hacen posible que el mundo siga girando, se siga nutriendo y siga buscando un mejor vivir.
[1] “Orientaciones para el manejo de casos Sars Cov2- Covid19 en gestantes, puérperas y/o Díadas” Ordenanza 2388/2020, Subsecretaría de redes asistenciales.
[2] Fuente: Sociedad Chilena de Climaterio y Menopausia, 2019.
[3] Chile ocupa el quinto lugar en el mundo entre las naciones con mayor diferencia de sueldos entre géneros, según un informe Ocde, teniendo una diferencia de 12, 4% entre ambos géneros. La investigación también arrojó que el 47% de las encuestadas gana el sueldo mínimo y un porcentaje similar califica su situación financiera como regular (48%), mientras que un 34% reconoce que es derechamente mala. La mayoría de las mujeres que son sostenedoras de hogar se encuentran en los tramos más bajos de los ingresos económicos: El 24% recibe menos de $ 562.000.
[4] Boletín Institucional de Fiscalía de Chile, enero- diciembre, 2019.
[5] Informe PNUD “Nuevo mapa del poder y género en Chile” marzo 2020.
[6] Fuente: ¿Cuánto aportamos al PIB? Primer Estudio Nacional de Valoración Económica del Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado en Chile”. Comunidad Mujer, octubre 2019.