Por Yasna Mussa -En los pasillos de IFEMA, el mega centro de eventos donde se realiza la COP25 en Madrid, el ritmo es abrumador. Miles de personas acreditadas entran y salen para participar en las negociaciones, conferencias, intercambios y presentaciones. En los mismos salones donde se ven personalidades como Greta Thunberg, la joven activista medioambiental sueca; o a la ex presidenta de Chile y actual Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet; también aparecen defensores de la tierra menos acostumbrados a los flashes, pero con décadas de trabajo en sus comunidades.
Aquí se celebra la oportunidad anual de entregar avances significativos en materia de cambio climático. Es un año particularmente importante para reglamentar el Acuerdo de París y sentar las bases claras de cómo harán los países para cumplir sus compromisos de no superar el 1,5ºC el aumento de temperaturas del globo y alcanzar el balance neto cero de emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2050. Pero aunque los ojos están puestos en lo que ocurre dentro, en el espacio cerrado, el frontis del edificio vive su propio encuentro.
El estallido social que se vive en Chile, no solo trasladó la sede a Europa, sino que además desplazó la oportunidad de fijar el foco en Latinoamérica, un continente golpeado por el extractivismo, por los conflictos socioambientales y los crímenes sin resolver en contra de defensores ambientales. La presidencia chilena en la cumbre ha estado marcada por su falta de liderazgo y anuncios poco claros o significativos. La ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, ha evitado profundizar o responder a preguntas que la interpelan sobre el rol de Chile en materia de Código de aguas, zonas de sacrificio y las violaciones a los Derechos Humanos. Pero si bien la realización de la Conferencia de las Partes generaba una oportunidad única para presionar y poner en el centro de la atención mundial las deudas de Chile en materia medioambiental, la sociedad civil se organizó en paralelo para llevar a cabo su propia Cumbre Social por la Acción Climática, que reúne a más de 130 organizaciones del mundo ambiental, movimientos territoriales, colegios profesionales, sindicatos, organizaciones políticas y académicas, que decidió mantener sus actividades en Cerrillos, tal y como estaba previsto antes del traslado de la sede de la COP a España.
La Cumbre Social en Madrid
Con un sobre esfuerzo logístico, las delegaciones que normalmente participarían de la cumbre paralela en Santiago, tuvieron que armar maletas y en menos de un mes organizar su participación en la Cumbre Social por el Clima que también se realizaría en Madrid. Al otro extremo de la ciudad, en la Universidad Complutense, movimientos indígenas, jóvenes y organizaciones ambientales inauguraron el pasado sábado 7 lo que también se conoce como la “contracumbre”.
Con más de 70 actividades paralelas, entre charlas, talleres, debates, ponencias, cerca de 400 colectivos de áreas como los derechos humanos, el derecho a la vivienda, la defensa de los territorios o del medioambiente han dispuesto un espacio para darle la palabra a quienes en general no encuentran cabida en los mega eventos internacionales. Aquí la discusión y acción son directas.
Desde las 10:00 de la mañana hasta una asamblea plenaria que comienza a las 19:00 y se alarga muchas veces hasta pasadas las 21:00 horas, los participantes intercambian sus impresiones guiados por una agenda propia, pero también revisando los anuncios que se adelantan desde Ifema, donde se realiza la COP.
Pero la noche de este lunes es importante. La asamblea comienza a llenarse y los participantes, un 30 por ciento provenientes de organizaciones internacionales, van completando las sillas. Afuera, la organización prepara comida caliente y bebidas para soportar las bajas temperaturas de este invierno madrileño. Toda la ausencia latinoamericana que se percibe en la COP25 se deja notar en el Edificio Multiusos de la Universidad Complutense de Madrid, situado en la Ciudad Universitaria, donde se han habilitado cerca de 37 aulas para realizar las actividades que indicadas en la agenda. La cita de esta noche tiene como plato principal la lectura, en paralelo con Chile, del Manifiesto Latinoamericano por el Clima. Se ha dispuesto una pantalla gigante y se intenta transmitir en simultáneo la lectura desde ambos continentes. Felipe Pino, de ONG FIMA y también representante de la Sociedad Civil por la Acción Climática, leerá entonces el manifiesto completo, siendo interrumpido por aplausos del público, cuando pronuncia las reivindicaciones de los pueblos originarios, de los territorios o el enfoque feminista con el que se define el escrito.
“Decidimos llevar a cabo nuestra cumbre paralela a la COP porque entendemos que nuestras actividades no son para ellos sino que son para la gente que está viviendo los conflictos ambientales y que los vive con o sin COP”, dice Felipe Pino. “ Quisimos traer este manifiesto e ir también a la COP porque no queremos que los ojos del mundo se salgan de Chile. Necesitamos venir aquí, a como dé lugar, a decir todo lo que hay que decir”.
Felipe Pino está contento con la recepción de la sociedad civil española, pues para él “en esta crontracumbre hay liderazgo y un reconocimiento a los latinoamericanos. Está aquí también la Cumbre de los Pueblos, la Sociedad Civil por la Acción Climática, o sea estamos todos los espacios paralelos, juntos, coordinados, probablemente más juntos que si estuviésemos en Chile“.
Entre el público también está Samuel Leiva, vocero de la Sociedad Civil por la Acción Climática y consultor en políticas públicas ambientales y quien lleva años asistiendo a la COP. “Me parece que ha sido interesante la forma en que hemos podido tener a los diferentes movimientos en Madrid. Me parece que es una de las principales cosas buenas que hemos podido lograr. Sobre todo, pensando en que esto no tenía que suceder aquí, sino que en Santiago. Leiva también destaca que el debate y las reflexiones que se han generado por parte de distintos movimientos presentes en la cumbre social y canalizar las demandas y la posición desde diferentes ejes desde Latinoamérica pues “sentíamos que faltaba la discusión sobre justicia climática de una mirada desde el continente”
Si bien, para Leiva la evaluación es positiva, aclara que “es importante señalar que es solo el primer paso para una construcción de una visión de acción climática latinoamericana y creemos que ese va a ser el mayor legado desde esta COP tan particular como ha sido la COP25”.
La presencia de chilenos en este evento se siente en los pasillos de la Complutense. Letreros que hacen alusión al estallido social, conversaciones centradas en el acontecer el país sudamericano y solidaridad expresada por otros países se observa en cada jornada. Pero más allá de lo coyuntural, también han viajado hasta este lado del mundo representantes de las comunidades que viven y sufren la realidad de las llamadas ‘Zonas de sacrificio’.
En primera fila, atento a la lectura del manifiesto, se encuentra Sergio Cubillos, presidente del Consejo de los Pueblos Atacameños. Para él, este evento mundial por el clima era una oportunidad para plantear la realidad que vive la región con la explotación del salar de Atacama por causa de la extracción del litio. “Vemos que el manifiesto redacta muy bien lo que se está exigiendo desde todos los sectores respecto al cambio climático. Estamos exigiendo que la agenda del 2050 sea más corta y sea el 2030 porque entendemos que los Estados pueden hacerlo y también del grave saqueo de agua que se realiza en Chile”, dice Cubillos. Y añade “en nuestro territorio en particular se extraen 4 mil litros por segundo de agua para cobre y litio, y sin embargo en Chile, existen más de 60 comunas que están hoy en día con escasez hídrica”.
Con él concuerda Katta Alonso, fundadora de Mujeres en Zonas de Sacrificio, que también se encuentra presente en ambas cumbres, pues para ella es urgente avanzar hacia medidas concretas. “Necesitamos el cierre de, al menos, las dos más antiguas en Puchuncaví, y las otras dos en un máximo de dos o cuatro años. Nuestros niños no pueden esperar más, pues siguen intoxicándose”. Para Alonso, se trata de “ una falta de compromiso del Presidente, que se comprometió en la ONU a terminar con el martirio de los habitantes de Puchuncaví y Quintero, y terminar con las ‘Zonas de Sacrificio’, especialmente la nuestra”.
Por último, Alonso es enfática en recalcar que “no las queremos de reserva las termoeléctricas porque en el fondo el Estado sigue subvenciónándolas aunque estén paradas y además es por no hacerse cargo de los pasillos ambientales porque les sale más caro que dejar esos trastos viejos en el territorio, que es lo que no queremos”, dice Alonso.
Como ellos, una serie de dirigentes sociales y representantes de los pueblos originarios se dan cita en en los salones de la Complutense. Varios han realizado perfomance, intervenciones y declaraciones públicas en el frontis de Ifema, atrayendo la atención de una decena de medios. Ecuatorianos, indígenas de la Amazonía, colombianos y de otros países latinoamericanos, continúan articulando diversos actos para presionar a sus respectivos gobiernos.
La Cumbre Social por el Clima, pretende oír y dar voz a quienes no tienen cabida en la diplomacia internacional. Sus actividades seguirán en paralelo hasta el viernes 13 de diciembre, igual que en la COP25, con un acto de clausura a las 18:00 horas en el Auditorio Marcelino Camacho y toda su agenda es abierta y pública.