Fondo Verde para el Clima 2.0: Hacia la siguiente fase

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UN CLIMATE CHANGE CONFERENCE

Cuando los negociadores climáticos se reúnan para la COP 25 en Madrid entre el 2 y el 13 de diciembre, el año 2020 estará a la vuelta de la esquina. En muchas formas será un año clave, tanto para el Acuerdo de París como para el Fondo Verde para el Clima (FVC), el principal mecanismo de financiamiento multilateral para su implementación.

 

En virtud del Acuerdo de París, se pidió a las partes que en 2020 aumentaran su ambición en la lucha contra la crisis climática presentando contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés) mejoradas para sus esfuerzos de mitigación y adaptación. Al mismo tiempo, el FVC, que acaba de obtener USD 9.780 millones en una conferencia de donantes en París mientras espera nuevas contribuciones hasta el final de su primer período de reposición en diciembre de 2023, está entrando en su siguiente fase operativa. 2020 será también el año en que los países en desarrollo analizarán si se está cumpliendo la promesa que hicieron en Copenhague los países desarrollados en 2009, de movilizar conjuntamente USD 100 mil millones anuales para esa fecha, lo que incluye también evaluar si la parte que se entrega a través del FVC es adecuada y acorde con las expectativas que los países en desarrollo tienen del FVC y el acceso a su financiamiento.

Por lo tanto, las señales que el fondo envíe a los países en desarrollo elegibles para recibir su apoyo, con respecto a la cantidad, calidad y previsibilidad del financiamiento disponible, están inextricablemente vinculadas al nivel de ambición que los países en desarrollo estén dispuestos a fijar en sus NDC actualizadas. Este es el telón de fondo de los actuales esfuerzos por modernizar, afinar y racionalizar las políticas y procedimientos operativos del FVC, además de abordar los desafíos pendientes en gobernanza y procedimientos al iniciar el primer período de reposición del fondo. Hay mucho en juego al hacer avanzar al FVC desde sus inicios operativos durante el período inicial de movilización de recursos, que termina formalmente junto con el año 2019, hacia su próxima fase operativa. Aún está por verse hasta qué punto el "Fondo Verde para el Clima 2.0" será una verdadera renovación. Unos lineamientos redactados en términos enérgicos por la COP en Madrid podrían servir para darle impulso al FVC, al igual que una reunión informal del directorio del fondo para discutir los componentes y la ambición de un nuevo plan estratégico para el FVC para el período 2020-2023 fijada para febrero.

Los avances en la operación y la cartera del FVC, su cartera de programación, la actualización de políticas pendiente y las revisiones y actualizaciones de políticas realizadas durante 2019, así como los continuos desafíos que enfrenta el fondo se detallan en un informe sobre el FVC que el Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI) y la Fundación Heinrich Böll Washington lanzaron como parte de una actualización anual de sus series Información básica sobre financiamiento para el cambio climático (CFF, en inglés) previo a la COP 25. Dos informes adicionales, uno que explora en mayor profundidad los principios normativos que deberían guiar la movilización, gobernanza y ejecución del financiamiento público para el clima (CFF1) y otro que analiza las dimensiones de género del financiamiento para el clima (CFF10) también están disponibles en formato PDF en inglés, francés y español aquí:

En 2019, el directorio del FVC aprobó otras 31 propuestas de  proyectos y programas por un valor de USD 987 millones en financiamiento del FVC, incluidas 13 propuestas por un valor de USD 407,8 millones en su última reunión de directorio a mediados de noviembre. La cartera de proyectos aprobados es actualmente de 124 proyectos por un valor de USD 5.592 millones[EC1] [c2] . La lista de proyectos aprobados incluyó algunas novedades este año, como cuatro proyectos centrados en el financiamiento basado en los resultados de REDD+ y la primera inversión de capital del sector privado en el marco del financiamiento movilizador del fondo para el programa piloto a escala. El aumento constante en las aprobaciones fue acompañado de un acelerado aumento en los desembolsos: a septiembre de 2019, se estaban ejecutando proyectos y programas por USD 2.700 millones, con USD 661 millones desembolsados. Se espera que el desembolso aumente a USD 988 millones para fines de 2019. A esto se suma ahora un total de USD 312,5 millones puestos a disposición por el directorio del FVC para la disposición y el apoyo preparatorio para fortalecer las capacidades institucionales de sus 147 autoridades nacionales designadas (NDA, en inglés) y puntos focales, como por ejemplo, su capacidad para designar entidades de acceso directo exitosas o encabezar los esfuerzos de coordinación de los países para el desarrollo de programas nacionales del FVC con prioridades nacionales de inversión, de los cuales ya hay 23 terminados y otros 33 en diversas etapas de preparación. Con 200 propuestas de preparación por USD 114 millones aprobadas en 114 países y casi USD 63 millones desembolsados, el programa de preparación del FVC es actualmente el programa más grande de apoyo a la generación de capacidades de financiamiento para el clima a nivel mundial.

En algunos aspectos, este apoyo constante ya ha demostrado ser enormemente exitoso: con 56 entidades de acceso directo, la mayor parte de la creciente familia de 95 socios implementadores del FVC es ahora de este tipo. 20 nuevos socios implementadores fueron acreditados este año, 15 son entidades de acceso directo, incluidas siete del sector privado. En otras áreas, este apoyo aún no ha dado los resultados deseados: la aprobación de proyectos en 2019 consolidó aún más el desequilibrio entre proyectos y programas implementados por agencias internacionales (que ahora reciben el 86% de los fondos aprobados por el FVC) y socios de acceso directo (con solo el 14% de los fondos aprobados).

En 2020, el directorio del FVC se esforzará por dar mayor claridad sobre los criterios bajo los cuales se entregarán los recursos financieros para aumentar la calidad general y el impacto de los proyectos y programas del fondo, pero deberá hacerlo con cuidado de no socavar la capacidad de implementación de las entidades de acceso directo, muchas de las cuales no están capacitadas ni acreditadas para la sofisticada estructura financiera que el "Fondo Verde para el Clima 2.0" busca para aumentar el impacto general de sus operaciones, como por ejemplo pasar del otorgamiento de créditos a inversiones equivalentes. El discurso sobre una elaboración más clara de la justificación climática de las propuestas, las metodologías de costos incrementales, los índices de cofinanciamiento específicos o la concesionalidad del financiamiento entregado, aunque importante, no debe convertirse en un elemento disuasivo para acceder al financiamiento del FVC. Después de todo, dar apoyo financiero a los países en desarrollo, todos los cuales son elegibles para recibir financiamiento a través del FVC, es una obligación de los países desarrollados claramente detallada por la CMNUCC, no un privilegio que los países en desarrollo deban ganarse. Por lo tanto, mientras el directorio del FVC seguirá luchando en 2020 por definir el cambio de paradigma como un criterio de inversión y evaluación de la capacidad de las propuestas de proyecto de apoyar el cambio transformacional, este no debería alejar al FVC del financiamiento a enfoques ya probados, de bajo riesgo y muy exitosos, como la adaptación basada en el ecosistema, la agrosilvicultura o las soluciones de energías renovables distribuidas, que al ser replicadas, ampliadas y modernizadas pueden beneficiar a las comunidades locales más afectadas por el cambio climático de forma rápida y directa. Es por eso que el éxito de enfoques como el Proceso de Aprobación Simplificado (SAP, en inglés) del FVC, que vio un aumento en las postulaciones en 2019 y aprobó ocho propuestas más llegando a un total de doce, es tan importante. Esta también es la razón por la cual es preocupante que el piloto de Acceso Directo Mejorado (EDA, en inglés), que permite la distribución de fondos del FVC en tramos más pequeños a través de la toma de decisiones de financiamiento (sub)nacionales parece haberse estancado, sin que se haya analizado ninguna propuesta de EDA en 2019.

Al mismo tiempo, están avanzando los esfuerzos para facilitar aún más el acceso del sector privado al financiamiento del FVC, por ejemplo, a través del desarrollo de un enfoque de evaluación específica del proyecto (PSAA, en inglés). Este permitiría a los potenciales socios de implementación del FVC omitir el largo proceso de acreditación y, por lo tanto, el enfoque de asociación a largo plazo, para realizar una colaboración única para una oportunidad de inversión específica. Si bien esto podría permitirle al FVC poner a prueba su disposición al riesgo y probar nuevas tecnologías y enfoques, le quita la oportunidad de ayudar a mejorar las normas generales de implementación de sus socios de forma duradera, más allá de un proyecto parche que podría ser más un lavado de imagen ecológico que el indicio de un cambio duradero. Esto es especialmente relevante ya que en 2020 el FVC espera iniciar el proceso de reacreditación de sus primeras ocho entidades acreditadas, incluido en el proceso la forma en que la cartera general de estas entidades, fuera de la colaboración con el FVC, se ha concentrado hacia vías de bajas emisiones de carbono y resilientes al cambio climático. Este potencial del FVC de influir y cambiar el statu quo de sus socios implementadores no puede lograrse a través de un enfoque como el PSAA.

Aunque a principios de 2020 el directorio del FVC centrará sus esfuerzos en actualizar el plan estratégico del fondo, afinando y revisando su modelo de negocios, debe dejar en claro que facilitar el acceso al financiamiento del FVC y aumentar la disposición del fondo a asumir riesgos no puede socavar las bases normativas que deberían guiar todas las inversiones públicas en financiamiento para el clima. Por lo tanto, un nuevo plan estratégico para el FVC debe sostenerse en un enfoque basado en los derechos humanos para su financiamiento, especialmente para garantizar no solo que se eviten las consecuencias perjudiciales de sus inversiones, sino que los beneficios del financiamiento del FVC se compartan equitativamente y las desigualdades y exclusiones existentes -de mujeres, comunidades locales o pueblos indígenas- se aborden de manera proactiva en la forma en que los proyectos y programas se conceptualizan e implementan. Si bien el directorio aprobó en su reunión de noviembre de 2019 una política de género actualizada y un nuevo plan de acción de género, tras un retraso de 18 meses y con un debilitamiento considerable respecto de la expectativa de fortalecimiento esperada, se alejó además de la posición de liderazgo del FVC como el primer fondo de financiamiento del clima en iniciar operaciones con un enfoque de género. Se necesita mucho más que una actualización de políticas para hacer realidad la implementación del financiamiento del FVC basada en los derechos humanos y con perspectiva de género. Por lo tanto, al fijar la dirección del fondo para la próxima fase de implementación, el directorio debe estar consciente de que algunas de las prioridades de inversión que busca promover, por ejemplo, para un enfoque con mayor inversión de capital del sector privado, podrían oponerse al mandato de defender y proteger los derechos humanos y los beneficios para las comunidades locales que deben estar en el centro de los compromisos de financiamiento del FVC.

Ante esto, es esencial que al inicio del primer período de reposición del fondo, y por lo tanto al comienzo de la implementación del "Fondo Verde para el Clima 2.0", el directorio centre su atención en el fortalecimiento de las salvaguardas, incluido el desarrollo de salvaguardas medioambientales y sociales propias del FVC que reconozcan su papel de liderazgo global, y en el mejoramiento y aumento de la participación y el compromiso de las comunidades locales, las mujeres y los pueblos indígenas, como partes interesadas clave a lo largo del proceso de desarrollo de políticas del FVC y los procesos de diseño e implementación de proyectos. Solo entonces el FVC avanzará realmente hacia la siguiente fase para cumplir con su ambicioso mandato.