Nelly Luna Amancio, directora periodística y cofundadora de Ojo Público: “El periodismo de investigación no puede claudicar al rigor, pero tiene que poder adaptarse a las nuevas formas de consumo informativo”

Entrevista

En América Latina y el Caribe, la relevancia del periodismo de investigación en la defensa de la democracia y los derechos humanos es equiparable a la tenacidad con que se le ataca.

Redacción Ojo Público

Tal como advierten la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Reporteros sin Fronteras (RSF) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), las y los profesionales comprometidos en esta región con la construcción y difusión de información veraz y el control sobre las formas institucionales y fácticas del poder son objeto de amenazas e incluso atentados fatales orientados a obstaculizar e impedir sus indagaciones.

Además, ambos objetivos perversos se favorecen del control corporativo desproporcionado sobre la propiedad y línea editorial de medios de comunicación basado en el vínculo altamente riesgoso entre intereses de poderes económicos y políticos.

Sin embargo, hay iniciativas que mantienen una posición de resistencia informativa, persistiendo, innovando y creando redes de apoyo recíproco que aseguren su carácter autónomo, riguroso e incisivo.

En Perú, el medio de comunicación Ojo Público se encuentra a la vanguardia de la promoción de los derechos fundamentales, la denuncia de tramas de corrupción, el combate de noticias falsas en contextos digitales y la formación de periodistas.

Recientemente, estableció una nueva relación de cooperación transnacional, convirtiéndose en la nueva contraparte de la oficina de la Fundación Heinrich Böll para Chile, Bolivia y Perú. Así, conversamos con la cofundadora y directora periodística de este medio, Nelly Luna Amancio, quien desde Lima profundizó en sus orígenes, logros, desafíos y proyecciones.

Nelly Luna
Nelly Luna, Directora Periodística Ojo Público

 

 

FHB ¿Cómo y por qué se crea Ojo Público?

NL: Ojo Público se crea en 2014, en un contexto de reducción de espacios para hacer investigación periodística o periodismo de profundidad. El equipo de fundadores trabajábamos en la unidad de investigación de El Comercio, el diario más importante del Perú, y en ese contexto, en 2014, muchos medios empiezan a apostar por un periodismo que genere más productividad “en clics”, que es ese tipo de periodismo que apuesta a la generación masiva de contenido antes que a la investigación y la profundidad. Entonces, ese nuevo modelo que el medio El Comercio impulsó ya no era un modelo que para nosotros funcionara bien por cómo entendíamos el periodismo, entonces decidimos renunciar, porque El Comercio, además, decide cerrar su unidad de investigación en ese año. Renunciamos y fundamos Ojo Público como una propuesta de medio que impulse la investigación periodística de largo aliento, pero también el periodismo de profundidad, que pueda romper el desequilibrio informativo que sentíamos que existía en ese momento. Y el contexto además nos pareció relevante porque no había un ecosistema de medios muy grande en el Perú y casi nadie en ese momento abordaba temas que nosotros queríamos abordar, que era no solamente corrupción, sino también, por ejemplo, reducción de espacios cívicos, corrupción corporativa, y crímenes ambientales.

FHB ¿Qué vacíos en el mundo periodístico peruano identificaron antes de fundar Ojo Público, además de los que detalló?

NL: El vacío en el 2014 era, precisamente, desafíos en torno al sistema democrático. Perú recuperó la democracia el año 2000 tras la salida de Alberto Fujimori, y hasta el 2014 se había intentado impulsar un sistema político que recuperara ciertos derechos elementales, impulsando investigaciones, por ejemplo, sobre los abusos del poder estatal y militar sobre los derechos humanos de las personas. El 2014 empieza un quiebre, también en la sociedad, sobre representación de partidos, sobre confianza en la democracia y empiezan a darse los primeros estertores de una crisis que comenzó dos años después, en 2016. El 2014 fue un año donde también creemos que el sistema democrático peruano estuvo en un período de no retorno, digamos, por la cantidad de denuncias y de investigaciones que empezaron a saltar a consecuencia de la corrupción que generó el caso Odebrecht con Lava Jato.

FHB ¿Cómo ha evolucionado el enfoque editorial de Ojo Público desde su fundación en 2014?

NL: Yo creo que no hay cambios en nuestra manera de aproximarnos a ciertos temas que consideramos urgentes como la corrupción no estatal y corporativa, derechos humanos, defensa de la democracia, que es como definimos también la misión del periodismo, un periodismo al servicio público que defienda la democracia como promesa de justicia y de igualdad en la región. Lo que siento que sí ha evolucionado son las narrativas. El contexto del 2014, cómo se consumía y se accedía a información en ese momento, es distinto a cómo funciona ahora porque las plataformas tecnológicas, las big tech, las grandes corporaciones han cambiado sus modelos de negocio y también sus algoritmos, generando burbujas cada vez más tóxicas para el consumo informativo. Entonces, si el 2014 estas big tech apostaban por moderación de contenido, por incorporar a los medios dentro de la discusión y la verificación del contenido, lo que tenemos ahora en el 2025 son estas compañías claudicando a la moderación y permitiendo que la mentira y el odio se conviertan en insumos fundamentales para capturar la atención de las audiencias. Hay un secuestro digital de la conversación pública, en el que los medios estamos teniendo un rol todavía bastante débil, pero que nos toca empezar a investigar y a disputar también.

FHB: ¿Cómo deciden qué temas investigar o priorizar?

NL: Tenemos dentro de las líneas de investigación, periodistas especializados en crimen organizado, derechos humanos y política, que son transversales a democracia, salud y ciencia y derechos indígenas. Lo que nos permiten estas líneas de investigación es abordar varios de los temas de manera transversal, el abuso de poder en todas sus formas, sean estas estatales o a veces corporativas, que violentan los derechos ciudadanos. En los últimos años, lo que estamos notando es que hay una relación cada vez más directa de crímenes ambientales con otros delitos como el lavado de activos y la violación de derechos humanos, porque hay economías ilegales, como la minería ilegal, que cada vez se aproximan más a actividades criminales como el narcotráfico, y esto al mismo tiempo va enlazado con la política. Entonces, antes se abordaban estos temas de manera más aislada, lo que está ocurriendo ahora es que estas actividades ilegales se van concentrando en las mismas personas o en los mismos grupos ilegales.

FHB: ¿Qué rol juegan las tecnologías y medios digitales en sus investigaciones?

NL: La tecnología es fundamental, sobre todo porque ha abaratado los costos de difusión del contenido. Hubiera sido impensable que un grupo de periodistas hace diez años creara un medio de investigación en papel, que era muy costoso. El ecosistema digital permitió que un grupo de periodistas pudiera fundar un nuevo medio hace diez años, como Ojo Público, apostando por la investigación y la profundidad. El desafío está en cómo no caemos en una trampa en la que estos medios que impulsan el rigor y la verificación del contenido, terminen siendo desplazados de la discusión de las grandes plataformas tecnológicas. Ahora con la inteligencia artificial y las herramientas que se están generando, la discusión es más bien cómo estas herramientas de inteligencia artificial no se roban el contenido que producimos los medios de comunicación y respetan el copyright, el esfuerzo exhaustivo que hay detrás de los equipos de investigación, porque herramientas como ChatGPT, Gemini y otras más que se están generando no son del todo abiertas para transparentar las fuentes de sus contenidos. Entonces, me parece que hay una relación de lucha contra el poder, contra el poder que significan las grandes empresas tecnológicas que ahora controlan la difusión de estas plataformas y la difusión del contenido.

FHB: ¿Cómo garantizan su independencia editorial frente a intereses políticos o económicos?

NL: Cuando fundamos el medio en 2014, lo fundamos como una organización civil sin fines de lucro y lo hicimos por la experiencia previa que tuvimos también cada uno de los fundadores de haber trabajado en medios corporativos muy grandes y cómo estos medios dependían de la publicidad. Sus grandes financistas eran los grupos de poder económico. Entonces, si un periodista investigaba corrupción política estaba bien, pero si investigaba corrupción corporativa había cierto rechazo o autocensura para publicar la historia. Eso influyó mucho en nuestra decisión de hacer un medio con un propósito de servicio público y sin fines de lucro, que permitiera invertir y reinvertir todo lo que ingresaba en la apuesta periodística. Lo que hemos hecho en estos diez años, es tratar de impulsar un modelo mixto de financiamiento, como lo tienen también muchos medios en la región, que se basan en la captación de recursos de fundaciones, de donaciones, pero también tenemos un programa de membresías, que busca precisamente que más personas contribuyan al periodismo que hacemos. Damos servicios de talleres para universidades o medios de comunicación, y al mismo tiempo tenemos una tienda que vende productos generados por el medio. La independencia editorial para nosotros pasa también por construir un modelo que nos permita no depender financieramente de uno o un grupo pequeño de donantes ni de un solo tipo de fundaciones o de conseguir recursos. Y otra de las cosas también que se ha construido en los últimos años es una organización que tiene diferentes áreas dentro de su organigrama, donde el área periodística, que es la que yo dirijo, no tiene relación directa con el área comercial o de marketing. Eso garantiza que los temas que decidimos internamente desde el punto de vista periodístico no estén influidos por el área que capta los recursos, los donantes y las membresías.

FHB: ¿Cómo han reaccionado sectores políticos y empresariales a la labor de Ojo Público? ¿Sus investigaciones han motivado o influido procesos políticos o judiciales?

NL: Cubrimos muchos temas, desde los temas políticos hasta otros muy especializados en torno a crímenes ambientales o crimen organizado. Hay algunas investigaciones que han generado también que se abran procesos en estos diez años, por ejemplo, el de los Panama Paper, que nos permitió que las autoridades tributarias en Perú conocieran el esquema financiero opaco, a veces desconocido, que algunos de los principales grupos económicos o personas que tributan no habían declarado. Esta investigación hizo que se le abrieran procesos por evasión tributaria o lavado de activos a algunas personas jurídicas. También ha habido casos en los que investigaciones como las del asesinato en las protestas que hubo el año 2022 permitieron a los fiscales conocer, por información difundida en nuestros reportajes, acciones que habían violentado derechos –el derecho a la protesta, por ejemplo– o elementos que daban más insumos para la investigación fiscal. Si vamos al plano ambiental, como gran parte de nuestras investigaciones tienen que ver con tráfico de especies de flora y fauna, hay investigaciones que han permitido que se generen políticas públicas como la de establecer medidas para que se deje de exportar algunas especies de árbol como el shihuahuaco. Es decir, la información que generamos, además de periodística, puede convertirse también en una herramienta de evidencia documental para que organismos internacionales digan que es importante proteger y poner más restricciones a la exportación de un árbol, a la madera de un árbol. Hay algunos ejemplos más, pero creo que estos dos nos permiten entender la fuerza que puede tener el periodismo no solamente para generar investigaciones penales, sino para construir políticas públicas basadas en la evidencia.

FHB: Durante los últimos años, el Perú ha experimentado una seria inestabilidad política, y ha sido objeto de preocupación por el decaimiento de sus procesos democráticos. En este contexto, ¿qué desafíos enfrentan los medios periodísticos como Ojo Público?

NL: Es muy difícil hacer periodismo de investigación cuando hay una alta rotación política, por ejemplo, estamos investigando a un ministro y de pronto ya la semana siguiente hubo cambio de ministros. Creo que cuando se hace periodismo de investigación de casos específicos, el riesgo es que se convierta en natural que haya cambios de políticos. Incluso, una de las autocríticas que tenemos en el mismo gremio periodístico, es que durante mucho tiempo se ha normalizado que es bueno que una historia periodística genere la renuncia de un ministro o la renuncia de un presidente y esa normalización hace que todo periodista quiera buscar una historia que baje a un ministro, que baje a un congresista o a un presidente, pero cuando estamos en un contexto de deterioro democrático tan feroz en el mundo, las preguntas y planteamientos de temas a investigar desde el rigor periodístico podrían ser identificar patrones detrás de las conductas políticas, porque la gente ya sabe que gran parte de la política está acechada por la corrupción, por el lobby, por el conflicto de interés. Entonces, exponer patrones que se van repitiendo, exponer el poder corruptor que tienen las economías ilegales o sectores de poderes económicos sobre la política pública es aún más difícil que denunciar una corrupción específica de un funcionario público. Como es difícil se hace menos, porque toma más tiempo, necesita más recursos, es por eso que me parece importante en estos tiempos, que el rol del periodismo de investigación apueste por buscar estos patrones, que permitan a las personas entender que incluso no se trata de solamente un congresista corrupto, sino que hay un sistema que está permitiendo que estos casos de corrupción persistan en la impunidad. Ese me parece que es el gran desafío que tenemos los periodistas cuando cubrimos estos temas, identificar esos patrones, denunciar el sistema que está permitiendo que se repitan, cuando hay tantos cambios políticos es muy difícil, porque los periodistas políticos terminan muy agotados por la coyuntura, por dar seguimiento a esta rotación de presidentes y funcionarios, y al estar agotados les cuesta más enfocarse en algunos temas que podrían ser más de largo plazo. Sí es un desafío, pero la mala noticia es que no va a cambiar. Nosotros acabamos de publicar un libro sobre el estado de la democracia en América Latina, y nuestra lectura es que sí necesitamos un periodismo político más resiliente para los años que vienen, porque nos va a tocar hacer periodismo con un nivel de inestabilidad muy alto.

FHB: ¿Cuál fue el primer gran reportaje que marcó un hito para ustedes?

NL: Yo le guardo mucho cariño al especial periodístico con el que Ojo Público nace, que se llamó Cuentas juradas. Fue la primera vez que un medio de comunicación hizo una historia sistemática para entender el patrimonio de las autoridades locales, es decir, alcaldes, responsables de las localidades más pequeñas en el Perú. Y lo hicimos con todos los candidatos a la alcaldía de Lima. Después se hicieron un montón de cosas más, pero le guardo cariño porque marcó un poco la esencia del periodismo que queríamos hacer. No queríamos ir detrás de uno, queríamos ir detrás del sistema que estaba permitiendo esos niveles de desigualdad y de corrupción. Luego otro que también nos abrió una mirada diferente para entender los grandes problemas de evasión y elusión tributaria tiene que ver con los Panama Papers, esta investigación que lideró el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación basada en una gran filtración que expuso cómo un sistema financiero global legal como los paraísos fiscales, permitían la creación de empresas de fachada, que muchas veces con fondos ilegales terminaban lavando el dinero con jerarcas de gobiernos corruptos. Nosotros documentamos en el Perú casos de minería ilegal y de narcotráfico, que usaban estos sistemas offshore para evadir el dinero y luego lavar los recursos. Entonces, así como Cuentas juradas nos permitió entender un sistema en torno al patrimonio irregular de funcionarios públicos, con los Panama Papers se abrió el camino para que detrás de cada investigación periodística, los reporteros también nos preguntemos cuál es el rol del sistema financiero global al momento de lavar los recursos que vienen de actividades ilegales

FHB: ¿Cuál fue el reportaje más desafiante en cuanto a su realización?

NL: Creo que uno de los casos más desafiantes tiene que ver también con la investigación de temas vinculados al narcotráfico en la política peruana. Fuimos víctimas de una serie de demandas a nivel penal por un grupo de investigaciones que se hicieron sobre una de las personas vinculadas al financiamiento de campaña de Fuerza Popular [partido político fundado en 2010 por Keiko Fujimori] en 2016. La persona aludida estableció una serie de demandas en diferentes juzgados de Lima y en otras regiones por el mismo caso, lo que es inusual, y con diferentes argucias logró incluso una orden de embargo, que nos puso en una prueba de fuego también para entender la importancia de tener una organización de noticias resiliente a estos procesos. Al final, varias de las demandas se archivaron, porque no había ninguna evidencia, nuestros reportajes estaban construidos todos en base a fuentes debidamente verificadas. Pero fue un momento difícil, porque éramos una organización que empezaba a crecer, y nos dimos cuenta de que no podemos confiar plenamente en la justicia, porque siempre puede haber malos jueces y malos fiscales que se hacen parte de estas redes de corrupción para usar recursos legales, como los embargos, para ordenarlos sin que siquiera lo notifiquen. Esa vez logramos defendernos. Se bloqueó la demanda, porque nunca habíamos sido notificados, pero aprendimos muchas cosas, que es algo que me parece fundamental. Las organizaciones de noticias como la nuestra creo que aprenden mucho de procesos críticos. A partir de ese momento, dijimos que era importante consolidar la parte más organizacional de Ojo Público, en un proceso al que me gusta llamar “crecer hacia dentro”, que implica no solamente hacer buen periodismo, sino también hacer una organización sólida que permita y garantice que se siga haciendo periodismo a futuro.

FHB: Finalmente, ¿qué lecciones han aprendido como medio independiente que creen pueden ser útiles a otras organizaciones periodísticas de América Latina?

NL: Hay dos momentos. Hay un momento que es estrictamente periodístico y otro momento es más bien organizacional. En lo periodístico, creo que tenemos que aprender a adaptarnos. El periodismo de investigación no puede claudicar al rigor, no puede claudicar a la velocidad de los tiempos, tiene que seguir haciendo un periodismo riguroso, de largo aliento, con temas propios, pero sí tiene que poder adaptarse a las nuevas formas de consumo informativo. Uno de los lemas que repetimos aquí en el equipo es que no tiene sentido hacer periodismo para periodistas. Los periodistas no somos el público objetivo de las publicaciones que hacemos, lo tiene que poder entender y leer y acceder, ver o escuchar cualquier persona que se levante en la mañana para conseguir un trabajo que le permita alimentar a su familia ese día y el resto de los días de la semana. Esa es la persona que tiene el derecho de acceder a información que organizaciones como Ojo Público generamos. Eso implica un cambio de paradigma, porque a veces los periodistas creemos que hemos hecho un trabajo muy exhaustivo, que hemos hecho una gran investigación, pero si no nos leen no tiene sentido. Hay que empezar a identificar temas que conecten, precisamente, con este grupo de personas, audiencias, que están atravesando momentos muy difíciles en América Latina. El nivel de crisis económica o social, o de seguridad que atravesamos, está cambiando también las prioridades de las personas. Entonces, cómo seguimos haciendo periodismo para estas personas, para satisfacer sus demandas, atender sus miedos, es el gran desafío y la lección que podemos sacar es precisamente que hay personas queriendo entender estas noticias. Internet sí nos permite ver ahora cómo se está consumiendo esta información. El trabajo no es fácil, porque hay que competir por la atención con una ola extrema de ruido generada también por el avance de influencers, de youtubers. Hay una contaminación severa de información, muchas veces basada en desinformación, pero me parece que la salida va a ser que el periodismo siga apostando por su contenido de rigor y verificado. A nivel organizacional, la lección que hemos aprendido es que sí es importante que dentro del equipo se siga apostando no solamente por hacer buen periodismo, sino que haya un grupo de personas de la dirección encargadas de seguir pensando el futuro de la organización, construyendo las columnas fundamentales que la sostengan a nivel de protocolos, reglamentos, procesos y flujos. Es uno de los aspectos que a veces más cuesta, porque no se ve hacia afuera, pero internamente es lo que va a dar solvencia y estructura hacia el futuro para el cambio de liderazgos, para que la organización piense más a largo plazo.

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