En el marco del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se conmemora cada 17 de junio, conversamos con Alberto Peña, ingeniero forestal de la Universidad de Chile y director honorario de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN). Quien enfatizó el rol clave que juegan los recursos forestales en el resguardo de la seguridad hídrica, tal como ejemplifica el documento “Un Nuevo Modelo Forestal, Para enfrentar la sequía, las inundaciones, los incendios forestales y la desertificación” - redactado por AIFBN en colaboración con la Fundación Heinrich Böll en Santiago de Chile. En esta oportunidad, Peña elabora en mayor profundidad el impacto de la desertificación, intensificada por la crisis climática, y las medidas que las comunidades, empresas y el Estado pueden hacer para frenarla.

¿Cuáles son las zonas de Chile que presentan mayor vulnerabilidad e impactos en su biodiversidad y en la población?
Antes que todo, es importante mencionar que Chile desde el punto de vista geográfico se inserta en la Diagonal Árida de América del Sur, la cual atraviesa las regiones de Arica, Antofagasta, Coquimbo y la Región Metropolitana. Es un área propicia para la generación de climas secos y donde más impacta la desertificación.
Bajo este punto ¿A qué se refiere la desertificación? Es un concepto relativamente nuevo para un fenómeno identificado hace más de 100 años y que tiene fuerte relación con la intervención humana. Sobre todo, cuando este cambia el uso del suelo, y elimina determinada vegetación autóctona para fines productivos de todo tipo. La forma más efectiva de perder ese suelo es produciendo monocultivos, pues se elimina la flora que protege el suelo de aluviones a la vez que degrada su fertilidad.
En términos de población, la Región Metropolitana es la que tiene mayor riesgo de sufrir a futuro una pérdida significativa de su abastecimiento de agua potable. Además de enfrentarse a temporales de lluvia cortos, pero más intensos. Esto es, casi un 60% del total de la población nacional que verá afectada su consumo de agua y aumentado el riesgo ante desastres socio-naturales. Más al norte, peligra sobre todo la Región de Coquimbo, sus comunidades enfrentan una constante falta de agua por la sobrecarga animal. En términos productivos, pone en riesgo la producción frutícola de sus valles.
¿Cuáles son los principales factores que influyen en el avance de la destrucción y degradación de los ecosistemas y la crisis hídrica?
El principal factor que influyen son la percepción sesgada del ser humano: La erosión se va dando de una forma paulatina, es tan tenue la pérdida del suelo que uno cree que está viendo el mismo paisaje que estaba viendo hace 20 años atrás. Es una percepción que promueve fenómenos como la desertificación, la sequía, la pérdida de flora y de fauna.
Cuando pierdes un centímetro de suelo no lo vas a recuperar nunca más. Porque formar un centímetro de suelo en una zona árida tomará unos 400 años en generarse. La erosión del suelo hará que el paisaje que vemos en las regiones más al norte avancen a una velocidad de 0,4 km por año hacia el sur. El paisaje que vemos alrededor de la Serena se desplazará a Santiago, por ejemplo.
¿Cuáles considera que son las urgencias y prioridades que debería tener el Estado para frenar la extensión del impacto socio ambiental y el desequilibrio eco sistémico que está dejando el actual modelo forestal en Chile?
Desde el punto de vista técnico no es tan complicado, se puede regular la tala de vegetación alrededor de los cursos de agua, establecer corredores biológicos, y sobre todo eliminar la práctica de la tala rasa. Pero es la percepción sesgada que minimiza la problemática porque aún se puede producir. Es la forma actual que el ser humano tiene de ver la naturaleza, como una fuente de recursos económicos.
“Se aplica un modelo fordiano en todas partes, en la agricultura, la silvicultura, en donde hay que producir más porque hay que crecer más, y entramos en el tema del crecimiento infinito cuando tenemos recursos finitos”. Por lo mismo se ha intentado cambiar el concepto de recursos al de herencia natural, no solo económica, sino del legado que entregaron las generaciones anteriores y del que dejaremos a las futuras.
Otro concepto a expandir es de la seguridad nacional, todos los desastres socio naturales actuales son afectaciones a la seguridad de las personas, limitar la seguridad al mero concepto geopolítico es insuficiente. “Tenemos que cambiar el chip de la seguridad nacional, asociado a un concepto militar, la seguridad no se acaba ahí, tenemos que tener seguridad ambiental, seguridad hídrica, seguridad alimentaria”
Las empresas forestales no se han hecho cargo de estas externalidades negativas que genera su producción, cuando perfectamente podrían hacerlo si dejaran atrás el modelo fordiano. Obligar a la toma de responsabilidad de las empresas puede partir por hacer vinculante el protocolo de plantaciones, que ya está creado y acordado en conjunto con las forestales.
“Lo que tenemos que tener son sistemas integrados de producción, tenemos un modelo unidimensional que rinde ganancias de forma vertical a inversionistas, pero no rinde ganancias de forma horizontal a las comunidades, lo que tenemos que tener es un modelo multidimensional”.
¿Qué alternativas existen para una restauración ecológica en las zonas afectadas y cuáles serían las principales propuestas desde la sociedad civil organizada para frenar la destrucción y degradación de los ecosistemas y los riesgos que esto conlleva para las comunidades?
Las comunidades deberían asegurarse de tener una organización sólida, tener claridad de objetivos, claridad de a quién se están enfrentando y no caer en sus trampas. Las organizaciones de la sociedad civil deben tener la posibilidad de definir ellas mismas sus problemáticas, que van más allá de la protección de los ecosistemas, pues también deben evaluar los efectos sociales. Pero a la vez desarrollar fortaleza, las empresas forestales aún no tienen la capacidad de convencimiento que las grandes mineras en el norte, pero están aprendiendo sus métodos. Existe el peligro latente de la captura de comunidades con el fin de dividirlas, por lo que deben tener claras en sus convicciones.
¿Qué rol podrían jugar las formaciones xerofíticas? ¿Qué medidas se requieren para su protección y restauración?
Las formaciones xerofíticas se encuentran principalmente en las regiones vulnerables a la desertificación, que a su vez cuentan con cerca del 40% de la flora nativa de Chile continental. Tienen una diversidad biológica con una gran capacidad de adaptación a condiciones de aridez. En el contexto de la crisis climática, son especies promisorias que pueden ocupar los nichos de otras especies de la zona centro sur que se vean desplazadas. Pero más allá de estas suposiciones, poco se sabe del resto de sus propiedades.
Hay que darles valor a estas formaciones, a través del diseño de un sistema de fomento que permitan que dicho valor se cuide y produzca. “Nosotros no le hemos encontrado otro uso porque a lo mejor no nos hemos preocupado”.
Se cuentan con conocimientos del bosque nativo en el sur, pero en comparación se sabe muy poco de las especies que habitan el norte, hay un rezago de 70 años de investigación en esta materia. Pero no se puede esperar 70 años más, por eso existe la urgencia de generar experiencias piloto donde las comunidades aporten sus conocimientos ancestrales en el uso de estas especies. Quizás en el futuro incluso se pueda iniciar una producción de origen xerofítico.
“Hay que aprender a producir conservando o conservar produciendo”. No hay que tenerle miedo a producir, lo que no hay que hacer es producir sin conservar. Para lograrlo es vital implementar sistemas agroecológicos que apoyen la lucha contra la desertificación y la crisis climática desde las propias comunidades. No más sistemas fordianos. A esto le sigue el emprender colaboraciones con las institucionalidades desde la protección de bienes comunes ¿Y después que queda? Trabajar con la academia, el proceso de formación de los nuevos profesionales debe tener en cuenta la socio-bio-economía.
En cuanto a la recuperación de estas especies ¿Qué medidas de restauración podrían emplearse? “Se está poniendo muy en boga el concepto de restauración, es decir, volver un algo a ser como era originalmente. La desertificación en particular nos ha cambiado ese algo, la ha destruido, modificado”.
El camino de la restauración debe entender que esa planta nativa que se intenta plantar de nuevo, quizás no tenga ya las condiciones adecuadas para crecer porque ese suelo no es el de antes. Estamos en una desertificación que se acelera con la crisis climática y que genera un desequilibrio ecológico. “No vamos a volver al equilibrio, pero sí podemos acercarnos a él”. No basta con aplicar nuevas medidas de fiscalización, esto es un cambio de paradigma, y puede lograrse con el aporte de todas las partes involucradas.