A 23 años de la icónica foto de Spencer Tunick en Santiago: El mismo viejo escándalo

Columna

El fotógrafo hará dos visitas a Chile, la primera de exploración de posibles locaciones para la instalación artística –como lo define Tunick–, lo que requiere un gran trabajo y despliegue por parte del equipo. La segunda es la instalación propiamente tal, para lo cual se convocará al público tal como se hizo el año 2002, para una fecha tentativa que sería en noviembre de este año.

Spencer Tunik en Chile 2025

Desde la recordada y polémica visita del fotógrafo neoyorkino Spencer Tunick a Chile en 2002 muchas cosas en Chile han cambiado. Sin embargo, algunos aspectos profundos de la sociedad chilena parecen permanecer notablemente intactos.

Tunick, famoso por sus intervenciones artísticas en espacios públicos que exploran la identidad, la comunidad y la relación del cuerpo con el entorno, regresa este año para presentar un nuevo proyecto titulado SPRING, invitado por la Fundación 2046, Creatibo.CO, en cooperación con la Fundación Heinrich Böll.

El fotógrafo hará dos visitas a Chile, la primera de exploración de posibles locaciones para la instalación artística –como lo define Tunick–, lo que requiere un gran trabajo y despliegue por parte del equipo. La segunda es la instalación propiamente tal, para lo cual se convocará al público tal como se hizo el año 2002, para una fecha tentativa que sería en noviembre de este año.

La noticia de su regreso ha reavivado un debate latente: la persistencia de un modelo conservador y normativo en la sociedad chilena. El año 2002, aún Chile tenía frescas las trancas políticas de la dictadura, los 17 años de prohibiciones, en un escenario dominado por el autoritarismo, donde la represión con violencia estaba aún vívida en la población, la iglesia católica en Chile durante la dictadura era un actor con mucho poder decisivo y el miedo, en general, no terminaba de desinstalarse.

Chile demostró su represión internalizada cuando la convocatoria en el Parque Forestal se salió de control y Tunick tuvo que adaptar su metodología de trabajo: cambiar la manera de dar las instrucciones y reposicionar al equipo técnico para retratar a las casi 5000 personas asistentes que corrían desaforadas por los alrededores del Museo de Bellas Artes, tomando en cuenta que él había contemplado entre 200 y 300 personas para ese evento.

Todo esto en medio de una gran e inédita protesta por parte de grupos conservadores y religiosos, quienes con Biblia en mano, intentaron detener el evento. El impacto fue tal, que el artista lo recuerda como “uno de los más importantes de su carrera”.

El regreso de Tunick este 2025 ha sido difundido en medios y redes sociales, lo que naturalmente llamó la atención pública y las reacciones no se hicieron esperar. Contra todo pronóstico, los comentarios que aparecieron eran nuevamente cuestionadores al evento, señalándolo como una aberración ligada a discursos foráneos, no acordes a una supuesta naturaleza moral del pueblo chileno. Proliferaron comentarios de odio hacia los organizadores, tildándolos desde morbosos e incluso de “serviles a agendas globales maliciosas”.

Esto nos golpea en la cara a quienes buscamos empujar las limitaciones culturales que reprimen las libertades humanas, pues en Chile al parecer, las manifestaciones que desafían las normas tradicionales se enfrentan aún a la censura y desdén del público, demostrando que cualquier progreso hacia una aceptación más abierta de actuaciones socioculturales disruptivas, todavía es obstaculizado por una resistencia inherente al cambio.

En este contexto, eventos como el de Tunick, más que ser asumidos como prácticas artísticas, se convierten en detonantes de intensos debates que evidencian que el núcleo conservador de la sociedad apenas se ha transformado sustancialmente desde 2002.

Estas conductas nos permiten tener algunas luces sobre el por qué para Chile es tan difícil concretar las trasformaciones sociales: Con dos proyectos constitucionales rechazados, en este año electoral cabe preguntarse si la sociedad chilena realmente está dispuesta a quitarse los ropajes conservadores y abrirse a mirar su historia bajo una luz diferente, quizás con la luz que hay entre el crepúsculo y el amanecer, que es la hora que Spencer Tunick define como “la hora donde las construcciones no parecen ser las mismas que se ven todos los días”.

Publicada también en El Desconcierto.cl