En estos 51 años, muchas generaciones han experimentado, a su propia manera, los duros años de la dictadura, la instalación de la democracia, la consolidación de un modelo económico y la posterior transición continua que aún enfrenta obstáculos para las transformaciones sociales y económicas en curso, con desafíos significativos en términos de equidad y justicia social.
El 11 de septiembre de 1973 es una fecha que sigue resonando en el corazón de Chile, recordándonos cuán frágiles pueden ser las libertades humanas cuando la democracia está bajo amenaza, una lección que se siente urgente en estos tiempos de resurgimiento de los discursos antidemocráticos y de liderazgos autoritarios en Latinoamérica y en otras partes del mundo.
En estos 51 años, muchas generaciones han experimentado, a su propia manera, los duros años de la dictadura, la instalación de la democracia, la consolidación de un modelo económico y la posterior transición continua que aún enfrenta obstáculos para las transformaciones sociales y económicas en curso, con desafíos significativos en términos de equidad y justicia social.
Es justamente este tejido intergeneracional quien debe llevar adelante el testigo de la memoria. Tenemos la misión de inspirar en las nuevas generaciones una conciencia viva y crítica de los derechos humanos. De este modo, no solo preservamos el pasado, sino que también sembramos las semillas para un futuro donde la libertad y la justicia no solo sean recordadas, sino vividas y defendidas con pasión.
La educación en derechos humanos se vuelve esencial, es nuestra herramienta más poderosa para mantener la memoria y resignificar el trasfondo de libertad y justicia que debe siempre prevalecer como mirada de futuro.
Desde Fundación Heinrich Böll enviamos un mensaje de esperanza a través de nuestros socios y socias, quienes, desde sus propios espacios de acción, contribuyen a concretar esta tarea.
Angela Erpel Jara
Coordinadora Democracia y Derechos Humanos
Fundación Heinrich Böll