Aumento de 294% de superficie de frutales entre 1975 y 2020: Desafíos por soberanía alimentaria

Columna

A su vez, los paltos aumentaron de 8.190 hectáreas en 1990 a 32.364 hectáreas en 2021, lo que generó un impacto severo al suelo, agua y al ecosistema mediterráneo, debido a las desregulaciones y en medio de la crisis climática, según el estudio «Erosión de suelos y crisis hídrica: las sombras del modelo agroexportador de palto».

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Leonardo Durán, profesor asistente e investigador del Centro de Observación de la Tierra Hémera de la Universidad Mayor, Daniela Albornoz, del Equipo de Medio Ambiente Municipalidad de Catemu e integrante de Catemu en Movimiento, Flavia Liberona, Directora Fundación Terram, Gitte Cullmann, Directora HBS Chile, Esteban Valenzuela,Ministro Agricultura Gobierno de Chile y Rodrigo Astorga, coordinador de Transición Socioecologica HBS Chile

El lunes 6 de noviembre se lanzó la segunda edición del libro “Erosión de suelos y crisis hídrica: las sombras del modelo agroexportador de palto”, publicado por Fundación Terram con el apoyo de la Oficina Regional Cono Sur de la Fundación Heinrich Böll, que presenta un análisis sobre las principales consecuencias ambientales derivadas de la producción extensiva de paltos.

Lanzamiento libro Erosión de Suelos y Crisis Hídrica

El estudio señala, basándose en información de la Oficina de Planificación Agraria (ODEPA) del ministerio de Agricultura, que actualmente las frutas frescas son el principal rubro de exportación del sector silvoagropecuario chileno, representando un 33,9% de las exportaciones totales del país.

Un lanzamiento, realizado en la Fundación Heinrich Böll, que contó con la presencia del ministro de AgriculturaEsteban Valenzuela van Treek; la directora ejecutiva de Fundación TerramFlavia Liberona; y la directora de la Fundación Böll, Gitte Cullmann. En la ocasión, además, estuvieron como panelistas el académico Leonardo Durán, de la Universidad Mayor, y la ambientalista Daniela Albornoz.

Es así que las principales especies exportadas para el año 2020 son las cerezas, uvas, manzanas, arándanos y paltas, que juntas concentran el 82% del valor total de la fruta fresca exportada para ese año.

A su vez, el palto, ocupa el cuarto lugar en superficie plantada de frutales a nivel nacional, con más de 30 mil hectáreas, que se localizan en la zona central del país, en especial en la Región de Valparaíso, que concentra el 63% de las plantaciones de este frutal.

Soberanía Alimentaria

En la instancia se presentó una interesante reflexión en torno a la Soberanía Alimentaria, cada vez más necesaria en el marco del cambio climático, por las posibles implicancias que podría tener debido a la falta de abasto de ciertos productos importados.

Ahí el ministro Esteban Valenzuela fue enfático al referirse a los avances hechos en el gobierno de Gabriel Boric, en relación al aumento de la producción de leguminosas y cereales, diezmadas ante el incremento de la superficie agrícola destinada a producciones no tradicionales como los frutales y viñas, que aumentó de 89.488 hectáreas en 1975 a 352.000 hectáreas en 2020, esto es, un crecimiento de 294% en el período.

«Entre crédito y apoyo, por la crisis que había, metimos $300.000 millones el año pasado y este año hubo 20% más de producción de trigo, 20% más de maíz y 10% más de arroz. Y ahora hay un programa de INDAP de mover la aguja en materia de legumbres y también algunos cereales que se están potenciando con Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), particularmente la quinoa a propósito de diversificación, que es un asunto que hay que encarar», aseguró el ministro Valenzuela.

Aunque importante aún es un aumento residual, con respecto a la disminución producida durante el período 1975-2021, los cereales presentan una reducción de 400 mil hectáreas seguido de las leguminosas y tubérculos con 165 mil hectáreas, lo que ha generado que gran parte de los requerimientos internos de estos alimentos sean suplidos por las importaciones que ingresan al país con precios muy inferiores a los nacionales.

Para la directora de Fundación TerramFlavia Liberona, la situación todavía margen de mejora. “Estamos muy lejos aún de un escenario ideal. Hasta aquí no había habido nada que incentivara el incremento de la producción de cereales y leguminosa, y ahora lo está habiendo. Aunque un aumento de 10%, por ejemplo, en arroz es poco, pero peor es nada”, afirmó a El Desconcierto.

Consecuencias del modelo agroexportador

Además, según Liberona, el modelo agroexportador trae consigo problemas de pobreza rural y de degradación ambiental que, si bien han estado presentes en diferentes épocas del desarrollo agrícola nacional, hoy adquieren características particulares. “La modernización productiva de la agricultura está estrechamente asociada a la incorporación de paquetes tecnológicos y a la práctica de monocultivos, lo que conlleva serios efectos en los suelos, las aguas, la conservación de la biodiversidad y la salud de los seres humanos”, afirmó Liberona.

Igualmente, el sistema de monocultivo y la no rotación de las cosechas producen consecuencias importantes para los suelos, debido a que disminuye la fertilidad de la tierra, lo que no solo significa el agotamiento del contenido de agua y minerales, sino que también la pérdida de estructura del suelo y su degradación. En el corto plazo, este problema se enfrenta con fertilizantes químicos y plaguicidas, logrando una mayor producción, lo que ha llevado a la sobrequimización de los medios de cultivo.

Por otro lado, al sustituir vegetación nativa por plantaciones de monocultivos, se configura un ecosistema diferente, estableciendo nuevas relaciones entre agua-suelo-atmósfera, y en la mayoría de los casos se reemplazan ecosistemas diversos y heterogéneos por espacios homogéneos y simples, por lo que la intensificación de los monocultivos se ha configurado como una de las principales causas de pérdida de biodiversidad.

Artículo publicado en El Desconcierto  

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