Acuerdo INIA- Monsanto: Alimentando las estrategias corporativas
El 16 de mayo del 2012 el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Uruguay (INIA) firmó un acuerdo con la transnacional Monsanto para incluir en el germoplasma de soja, que maneja el Instituto, transgenes con la tecnología INTACTA RR2 PRO propiedad de la empresa.
El acuerdo fue gestado durante la presidencia en el INIA del en ese entonces subsecretario de Ganadería, Agricultura y Pesca, el Ingeniero Agronómo,Enzo Benech, quien también presidía la Comisión para la Gestión del Riesgo, instancia interministerial encargada de evaluar los riesgos asociados a la liberación de cultivos transgénicos.
La firma del tratado fue cuestionada por Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), gremial que agrupa y representa a los productores familiares en la Junta Directiva del INIA, dado que sus representantes no fueron informados a tiempo sobre las gestiones que se venían realizando para su concreción.El convenio, no accesible al público, suscitó un pedido de informes por parte de legisladores del Frente Amplio (FA).
La concreción de este pacto refleja el alineamiento de ciertas instituciones y agentes del Estado con las estrategias desarrolladas por las corporaciones biotecnológicas (en este caso Monsanto) en su afán por ocupar porciones cada vez más importantes del mercado de las semillas. Como se explica en este informe, desde REDES-AT entendemos que fortalecer el poder de lobby de estas corporaciones va en detrimento de iniciativas que apunten al desarrollo de la soberanía alimentaria. Tal como se pone de manifiesto en las condiciones puestas por Monsanto para cumplir con su parte del acuerdo, el objetivo de la empresa es patentar en el país semillas que contengan transgenes de su propiedad, asegurarse el cobro de regalías y comprometer al país en su esfuerzo por desregular la tecnología transgénica en otros países.