Antropoceno o capitaloceno. ¿Quienes son los responsables de la crisis climática?

marcha Fridays For Future Santiago de Chile

Durante los últimos años y diría que especialmente el último, la preocupación ante el cambio climático ha estado mucho más presente en el debate público. A su vez surgen movimientos socioambientales globales como Fridays For Future, y Extinction Rebellion que bogan porque hablemos de emergencia y justicia climática, mientras a escala local muchas agrupaciones desde los territorios denuncian los impactos ya perceptibles causados por la crisis climática. 

Sin embargo, a pesar de la creciente preocupación ciudadana frente a la emergencia climática, el debate público es dirigido por los gobiernos y medios de comunicación de manera superficial, mencionando al cambio climático como la causa de sequías, inundaciones, y otros desastres naturales, sin partir por preguntarse sobre las causas del cambio climático, lo que nos llevaría necesariamente a cuestionar el modelo productivo actual, las energías fósiles, la agroindustria, la industria ganadera, la industria forestal, entre otros. También es bastante común leer y escuchar que la crisis climática es responsabilidad de la humanidad, sin preguntarse por las relaciones sociales (clase, género, políticas, etc.) que la han posibilitado y por lo tanto, quienes son los verdaderos responsables.

El año 2000 el científico holandés Paul Crutzen acuñó el término antropoceno para definir una nueva época geológica caracterizada por el notorio impacto de la humanidad sobre nuestro planeta que se considera mayoritariamente habría comenzado con la revolución industrial en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. El término antropoceno hoy es profusamente utilizado por la comunidad científica, se considera que abrió un diálogo entre las ciencias naturales y sociales, y contribuyó en posicionar la problemática del cambio climático en la esfera pública global. Sin embargo, también ha sido objeto de debate y de diversos cuestionamientos. Una de las principales críticas que se le formula es que el antropoceno al referirse a la humanidad como una entidad indiferenciada, no permite profundizar sobre las causas y contexto en el que se ha desarrollado la actual crisis ecológica. En 2016 Jason Moore en “Antropoceno o capitaloceno? Naturaleza, historia y la crisis del capitalismo” sostiene que la dinámica de degradación ambiental a gran escala debemos entenderla no solo como un proceso geológico, sino que también histórico. Esto conlleva considerar y comprender las relaciones entre poder, naturaleza y acumulación capitalista. Moore recalca que la conquista de América y África y la apropiación de lo que él denomina la “Naturaleza Barata” sentaron las bases de acumulación para el nacimiento del capitalismo.

Con el desarrollo del capitalismo un pequeño grupo de la población mundial controla los medios de producción, y por lo tanto, toma las decisiones sobre cómo, dónde y cuánto producir. En 2014 Richard Heede, presentó un estudio que analiza, durante el período de 1854-2010 (gran parte de la era industrial), las emisiones de 90 corporaciones públicas y privadas dedicadas a la producción de carbón mineral, petróleo, gas y cemento. La investigación concluyó que esas 90 corporaciones han sido responsables del 63% de los gases de efecto invernadero (GEI) en el período estudiado, es más, si consideramos solo a las primeras 20 de la lista, todas gigantes del sector energético, estas producen el 30% de los GEI.

Durante la COP21 de 2015 en París, se divulgó un informe preparado por OXFAM que dejaba de manifiesto que los países y los sectores sociales más pobres son los más vulnerables a las inundaciones, sequías, eventos extremos de calor y frío, huracanes, entre otros, causadas directamente por el cambio climático.

Esto también abre el debate en torno a la justicia climática, toda vez que, como el mismo informe lo establece, mientras el 10% más rico de la población mundial es responsable de generar el 50% de los gases efecto invernadero globales, el 50% más pobre de la población mundial, unos 3.500 millones de personas, generan solo el 10% de los GEI totales.

Que unos pocos sean los principales responsables de la crisis climática actual no quiere decir que no debamos hacer nada o menos aún que no tenemos nada que hacer. Sin embargo, cambiar nuestros hábitos de vida y de consumo, servirán de poco si no logramos que las corporaciones y países más contaminantes toman medidas drásticas hacia un modelo productivo compatible con la meta de limitar el alza en 1, 5º que considera el Acuerdo de París. La crisis climática nos emplaza a pensar un nuevo modelo productivo, basado en un planeta con recursos finitos, que supere el capitalismo, así como sus respuestas a la crisis climática como el capitalismo verde y el “greenwashing”. Hablar de un nuevo modelo productivo también implica ser críticos con las lógicas productivistas sin mayores consideraciones socioambientales que tuvieron los socialismos reales en el siglo XX y la continuidad del modelo extractivista del reciente ciclo de los progresismos latinoamericanos. En diciembre de 2018 durante la COP24 de Katowice, Greta Thunberg denunciaba que “Nuestra civilización está siendo sacrificada para que un pequeño número de personas tengan la oportunidad de seguir haciendo enormes cantidades de dinero. Nuestra biósfera está siendo sacrificada para que gente rica en países como el mío pueda vivir con lujo. Es el sufrimiento de muchos el que paga los lujos de pocos […] No podemos resolver la crisis sin tratarla como una crisis. Necesitamos mantener los combustibles fósiles en el suelo y debemos centrarnos en la equidad. Y si las soluciones dentro del sistema son tan imposibles de encontrar, tal vez deberíamos cambiar el sistema en sí mismo”.

La única forma de lograr disminuir los efectos ya dramáticos de la emergencia climática actual, es que los gobiernos y corporaciones asuman que deben tomar medidas que les significará cambios y costos importantes. Lamentablemente ya han dado numerosas muestras de que no están dispuestos a hacerlo, por lo que se torna clave que cobren cada vez más fuerza movimientos como Fridays For Future y Extinction Rebellion y sobretodo la proliferación de organizaciones locales que desde los territorios y sus particularidades emplacen y exijan a sus gobiernos y a los gobiernos del mundo pasar a la acción decidida hacia las transformaciones necesarias que permitan como punto de partida, cumplir el objetivo del Acuerdo de París.

Fuentes:

- Heede, R. (2014). Tracing anthropogenic carbon dioxide and methane emissions to fossil fuel and cement producers, 1854–2010.

- Moore, J. (2016). Anthropocene or Capitalocene?: Nature, History, and the Crisis of Capitalism.

- OXFAM. (2015). La desigualdad extrema de las emisiones de carbono.