Macri: Un año de Ejercicio de Gobierno

Por Sergio Arelovich*.

Argentina ha inaugurado una nueva experiencia política. Es la primera vez en su historia que es presidida por una persona que, manifestándose ostensiblemente a favor de la libertad de mercado y la apertura externa indiscriminada, en contra de los derechos laborales, propiciando el retiro del estado como instrumento de atención de los más vulnerados y privilegiando la represión de la protesta social en nombre del orden, ha sido ungido por el voto popular. Desde 1930, las diferentes expresiones del conservadurismo argentino llegaron a la presidencia de la nación utilizando a las fuerzas armadas como punta de lanza. Una excepción a esta constatación de la historia social argentina ha sido la llegada al gobierno de Carlos Menem, el candidato del peronismo, quien en 1989 y ante la salida anticipada de su predecesor Raúl Alfonsín, practicó un giro de 180 grados respecto de sus promesas de campaña electoral, conduciendo a una porción importante del pueblo argentino a una larga noche de hambre y miseria. Ello fue posible por la complicidad de buena parte de los legisladores de su partido y de un estrato de dirigentes sindicales que privilegiaron sus acuerdos con el poder político a expensas de los trabajadores que formalmente representaban. Pero también fue posible por el acompañamiento de la sociedad en un segundo mandato, que aceptó su papel de rehén del modelo de acumulación del capital. Esto ocurrió en el marco de transformaciones significativas en la arena internacional. Reagan y Thatcher en territorio anglosajón inauguraron desde los países centrales el largo ciclo neoliberal a partir de 1979. En 1989 el pueblo berlinense respondió a la conferencia de prensa del canciller de la RDA volteando el muro de la ciudad. Dos años más tarde implosionaba la URSS y el bloque soviético europeo, comenzando un proceso de fragmentación territorial y política con esquirlas que llegan a nuestros días. En el 2001 China haría su ingreso a la Organización Mundial del Comercio y ello traería aparejado un cambio drástico en el comportamiento y la morfología de los mercados internacionales de materias primas, en sus precios, cantidades y en la expansión acelerada de las exportaciones mundiales que llegaron a representar más del 26% del producto bruto mundial.

Macri llega a la presidencia de la nación por factores vinculados con el contexto regional internacional aunque esencialmente por otros de raíz local, asociados a rasgos no suficientemente conocidos y/o interpretados de la estructura social argentina. Este artículo no se concentrará en analizar las razones que explican la asunción por el voto popular de un empresario que manifestó abiertamente que gobernaría para los empresarios. En cambio hará énfasis en el conjunto de políticas relevantes que se implementaron desde el 10 de diciembre de 2015, día de la asunción presidencial.

El retorno a la democracia, luego de la dictadura 1976-1983 y la salida del ciclo socio económico neoliberal (1989-2002) marcaron una agenda complicada a los presidentes entrantes. Tanto Alfonsín en 1983 como Kirchner en 2003, se encontraron con un conjunto de rigideces estructurales construidas y/o facilitadas por los gobiernos a los cuales sucedieron. Tales rigideces están asociadas a las transformaciones de largo plazo del capitalismo argentino encaradas por la dictadura militar desde mediados de los años setenta y por las reformas estructurales neoliberales de los años noventa. Ni Alfonsín ni Kirchner se plantearon -en los hechos- abordar los pilares centrales sobre los que se habían edificado las marcas que explican las transformaciones en la estructura social. En especial desde 2003, bajo las presidencias de Néstor Kirchner y las dos de Cristina Fernández de Kirchner, la política central consistió en la construcción de redes de contención que permitieran a la población más vulnerada sortear con cierto éxito el efecto de las crisis nacionales heredadas y de las provenientes del extranjero, en especial la que eclosionó luego de la quiebra de Lehman Brothers. También encararon políticas contracíclicas ante tendencias recesivas internacionales y locales. La lección, aun en etapa de revisión, sobre el final de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, es que toda política de atenuación de las desigualdades sociales, regionales, sectoriales que no fuere acompañada por transformaciones en la estructura social que genera, amplifica y las propaga, posee su punto débil en la suerte de los ciclos políticos. Las marcas estructurales selladas en los setenta y en los noventa nunca fueron removidas, por el contrario definieron los límites de la vida democrática. Y ante un cambio de signo político, con relatividad facilidad, se fueron deconstruyendo las redes de contención, quedando la mayoría de la población nuevamente expuesta a la voracidad del sistema mundo capitalista.

La sorpresa que generó en buena parte del arco político progresista la velocidad de la puesta en marcha de las políticas encaradas por el gobierno de Macri, descuida precisamente el peso de las transformaciones estructurales nunca abordadas ni por el gobierno de Alfonsín ni por los del matrimonio Kirchner. Es precisamente su no tratamiento el que hizo posible la acción, intensidad y ritmos del nuevo gobierno. Hablar de transformaciones estructurales refiere al complejo arco de la vida cotidiana de las sociedades: al plano económico, al político, al sindical, al ecológico, al energético, a la transformación familiar, a los procesos de urbanización, a la centralización y extranjerización del capital, a la calidad democrática, al de diferencias regionales, entre otros. Las líneas que siguen refieren a algunos aspectos relevantes de lo ocurrido en el plano económico desde la asunción de Macri.

El primer año del gobierno de Macri:

En las líneas siguientes se describirán algunos aspectos de las medidas económicas del nuevo gobierno, sabiendo que se trata de un nudo multidimensional de políticas que atraviesan las esferas púiblicas, el comportamiento empresario y variables clave de las mutaciones en la estructura social.

  1. Fiscal: en línea con la filosofía de pensamiento neoclásico, para el nuevo gobierno el estado es una perturbación a la naturaleza del sistema y en consecuencia la presencia del gasto siempre merece ser revisada a la baja. El déficit fiscal es visto, desde esta perspectiva, como problema y por el contrario se sostiene -en el discurso- la necesidad de superávit crónico o sea una especie de ahorro forzoso impuesto al conjunto de la sociedad. Desde el 11 de diciembre  de 2015 las medidas fiscales de mayor relevancia operaron en sentido contrario que el objetivo declamado. En materia de ingresos redujeron el gravamen sobre la totalidad de las posiciones arancelarias de exportación, fijando en 0%  la tasa para la mayoría de ellas. La eliminación de los programas de administración de precios de la canasta de bienes y servicios de consumo masivo se tradujo en uno de los factores de crecimiento acelerado de los precios de la economía, alterando negativamente el poder de compra de una alta proporción de la población, fundamentalmente asalariados y beneficiarios de jubilaciones y pensiones. Esto generó un doble efecto: al interior de cada hogar y una reacción en cadena en el consumo privado a nivel agregado, que al hacer descender la demanda hizo lo propio con la recaudación de impuestos que gravan los consumos. En materia de egresos fiscales, la devaluación generó un aumento de la necesidad de pesos para atender los servicios de la deuda pública en moneda extranjera. La caída de los ingresos provocada esencialmente por las dos medidas enunciadas aumentó el déficit y en consecuencia potenció la necesidad de nuevo endeudamiento para atenderlo. Entre el 10 de diciembre y el 31 de julio, el nuevo gobierno tomó deuda en moneda extranjera por 38 mil millones de dólares casi duplicando la existente al 9 de diciembre de 2015 con acreedores privados no residentes y en moneda extranjera. Esta nueva deuda agregó compromisos al gasto estatal en un escenario de caída de ingresos. En consecuencia, se siguió como camino la toma de deuda para cancelar vieja y nueva deuda. Si bien aún la deuda externa que tiene a privados como acreedores constituye una masa de dinero administrable con el tamaño de la economía argentina, de seguir este camino se podría desembocar nuevamente en un colapso por restricción de divisas.
  2. Cambiario: el diagnóstico del nuevo gobierno era que el peso argentino estaba sobrevaluado, que tal circunstancia junto a la restricción de acceso al mercado cambiario con fines de atesoramiento, había creado un mercado paralelo ilegal y que en consecuencia podía interpretarse que la cotización real del dólar era la del mercado paralelo y no a la cual se realizaban las transacciones de comercio exterior. Los voceros del nuevo gobierno consideraban y lo siguen haciendo, que la fuga al dólar era una medida legítima de protección del ahorro y no un delito. Por esa razón promovieron un nuevo blanqueo de capitales, dado que su concepto de fondo reconoce legitimidad a la evasión, la elusión y la huída a paraísos fiscales, en respuesta al ahogo de los excesivos controles del estado. El remedio planteado desde el día 17 de diciembre fue la intervención del Banco Central por medio de un grupo específico de normas. Ellas consistieron en liberalizar el mercado cambiario, eliminando las restricciones a la compra de divisas y poniendo como límite de compra por persona la suma de 2 millones de dólares, más adelante elevada a 5 millones por mes (60 millones al año), con fines de atesoramiento. La cotización del dólar pasó de $9,60 a más de $14, con oscilaciones leves hasta la emisión del presente artículo, aunque sobre finales de 2016 la devaluación se aceleró. La contención de la fuga al dólar, a partir de la brusca devaluación, se hizo utilizando –centralmente- la oferta de títulos emitidos en pesos argentinos por el Banco Central a corto plazo y con tasas de remuneración que oscilaron entre 38 y 23% anual. La certidumbre del precio del dólar administrado en torno de los $15 en el corto plazo, la posibilidad de valorizar en pesos argentinos colocándolos a altas tasas de interés y con la posibilidad de volver al dólar construyeron un mecanismo potencialmente explosivo. De hecho hubo ingreso de divisas con fines especulativos que ante una ruptura de la estrategia antes mencionada volverán masivamente al dólar reduciendo sensiblemente el stock de reservas internacionales. En forma adicional se estableció como plazo máximo para liquidar las divisas por exportaciones realizadas: un año de plazo y más adelante se lo elevó a cinco años. Esto es: por el conjunto de las operaciones de ventas al exterior, los exportadores tienen libertad total de ingresar al país la liquidación de tales contratos dentro de los cinco años de realizadas. Si la fuente principal de ingreso de divisas a un país proviene, como en el caso de Argentina, de sus exportaciones, esta medida construye un argumento inevitable para la toma de deuda en moneda extranjera.
  3. Monetario: la concepción neoclásica otorga un rol excluyente a la emisión monetaria a la hora de explicar los procesos inflacionarios. Tal explicación centrada en una única variable demostró su falacia en repetidos casos de crisis a nivel planetario. El gobierno de Macri, a través del presidente del Banco Central, asumió fácticamente tal concepto. Entre el 23 de diciembre de 2015 y el 23 de noviembre de 2016, la base monetaria[1] creció sólo 12,3%, mientras los precios al consumidor crecieron por encima del 42%. La circulación monetaria, expresión del dinero en circulación, creció aún por debajo: 8,9%. En un escenario de contracción monetaria brutal, el proceso inflacionario alcanzó niveles mayores que los registrados entre 2003 y 2015 y claramente no permite ser explicado por la emisión monetaria. Una de las explicaciones es el crecimiento de la deuda corporizada en letras emitidas por el Banco Central: se trata de una especie de encaje voluntario remunerado cuya magnitud constituye un cóctel explosivo. El stock al 23 de noviembre de 2016 es de 732 mil millones de pesos o si prefiere expresarlo en dólares, más de 47.000 millones. Supera a la base monetaria y su cancelación masiva podría vaciar de reservas internacionales a la administración nacional, en el marco de libertad cambiaria existente.
  4. Empleo público y privado: desde su asunción, el gobierno nacional promovió el cese de un conjunto importante de programas gubernamentales en materias diversas. Ello se tradujo en la reducción drástica de las partidas presupuestarias originalmente dispuestas y en el cese de la relación laboral de varios miles de trabajadoras y trabajadores en el sector público nacional pero también a nivel provincial y municipal. Por otra parte, la recesión económica, el veto presidencial a una ley aprobada por el congreso de la nación relacionada con los despidos laborales y el retiro del estado –léase ministerio de trabajo de la nación- en los conflictos, provocó una caída del empleo a nivel global cuya magnitud total aún se desconoce pero susceptible de mediciones aproximadas. La población económicamente activa de Argentina suma algo menos de 19 millones de personas. De ellas, el 84% estás compuesta por trabajadoras y trabajadores asalariados, con o sin empleo. El número de desempleados previos a la asunción de Macri era algo mayor a 1.1 millón y la estimación sobre finales de 2016 es que habría ascendido en casi 600.000 personas más.

Otros capítulos de interés susceptibles de comentario, aunque exceden el propósito de este artículo, refieren a la situación de los sistemas jubilatorios, la problemática de la vivienda, los cambios en la política energética, la distribución del ingreso funcional, sectorial y regional, el comercio exterior, los cambios en el sistema financiero, la situación de las provincias, el tratamiento de la deuda pública y la negociación con los llamados fondos buitre, entre otros.

Finalmente, el conjunto de medidas tomadas por el nuevo gobierno facilitó la vuelta del protagonismo de la elite empresaria local y extranjera en Argentina en los mercados de consumo masivo y en especial en el mercado de trabajo. La consecuencia fue que entre fines de 2015 y fines de 2016, se produjo una transferencia de recursos cuyo tamaño oscila entre 4,5 y 5% del PBI, enriqueciendo a los más ricos y empobreciendo a los más pobres pero también a buena parte de los sectores intermedios. Ello ocurrió en un marco de recesión económica por tres vías: la retracción del mercado interno, la caída de las inversiones, tanto brutas como netas y el estancamiento de las ventas externas afectadas adicionalmente por el comportamiento del precio de las principales posiciones arancelarias de exportación.

 

Sobre el autor

 Sergio Arelovich, Profesor Titular Teoría Económica. Licenciatura y profesorado en historia, Facultad de Humanidades y Artes,Universidad Nacional de Rosario.

 


[1] Suma del dinero en circulación más el saldo de los depósitos en pesos que las entidades financieras poseen en las cuentas corrientes habilitadas en el banco central más cheques cancelatorios en pesos en circulación.

 

 
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